Microsoft Office ha sido durante muchos años el software protagonista en empresas, hogares y centros educativos. Actualmente, este reinado está cada día más en peligro. Primero, llegó la competencia del software libre (LibreOffice, OpenOffice); después el desarrollo de alternativas gratuitas por parte de Google (Docs, Sheet). El 95% de los usuarios puede cubrir sus necesidades sin tener que pagar una licencia y sin recurrir al pirateo.
Google Docs, el paquete ofimático que más uso fuera de la oficina
Con Google Docs puedes escribir, realizar hojas de cálculo, presentaciones y formularios. Cubre la mayoría de las necesidades ofimáticas que tiene cualquier usuario, ya sea para trabajar o estudiar. Si a ello le sumamos que tenemos el propio correo electrónico (Gmail) y la nube (Drive) que también proporciona Google, optar por este software es un paso natural.
Tengo claro que el Office de Microsoft es muy superior en casi todos los aspectos al de Google, salvo en el de trabajo en la nube y colaboración, donde el gigante de las búsquedas le gana de calle a Bill Gates.
Pero para un uso medio, las soluciones de Google son más que suficiente, aunque tengan menos herramientas y visualmente sean más sobrias. La maquetación con Word es más profesional y tiene más opciones, pero para escribir un trabajo para el instituto o redactar un post como es mi caso, con Google Docs vas sobrado.
La ventaja de Google Docs es la inmediatez, la sencillez y su gratuidad. Tiene lo estrictamente necesario para escribir, calcular o hacer una presentación. Y no se echa en falta mucho más. Otra cuestión es que quieras escribir una tesis doctoral o un libro digital. En estos casos se quedará corto, sin dudas.
Google Docs lo puedes abrir en cualquier sistema operativo. Incluso en el móvil funciona bien. A veces, he escrito artículos completos en el teléfono. O he corregido o terminado de editar trabajos que había empezado en el ordenador.
LibreOffice, una buena alternativa de software libre frente a Microsoft Office
Este es el software que utilizo en mi trabajo en la oficina. Es un paquete ofimático basado en software libre y, desde hace bastantes años, se ha implantado en muchas administraciones públicas y en centros educativos. La explicación es sencilla: con ellos puedes hacer casi lo mismo que con Microsoft Office, pero no hay que pagar licencias.
El ahorro en esta partida es considerable y, dado que lo que más se utiliza en estos puestos, es el procesador de textos y la hoja de cálculos, ¿para qué gastar dinero absurdamente? En LibreOffice encontramos un procesador de textos (Writer); un programa de hojas de cálculo (Calc); una aplicación para presentaciones (Impress) y otro de bases de datos (Base).
Los tres primeros sustituyen al Word, Excel y PowerPoint de Microsoft respectivamente, mientras que el último sería el “equivalente” a Access (y las comillas son totalmente intencionadas por lo que explico a continuación).
Podemos afirmar que, en cuanto a presentaciones, documentos de texto y hojas de cálculo, LibreOffice y Office rinden de forma parecida aunque con matices. Pero en bases de datos, no.
Access siempre ha estado a años luz de cualquier otra aplicación de bases de datos. Hace años, era un usuario avanzado y entusiasta de Microsoft Access, pero, por cuestiones de trabajo, ya prácticamente no la utilizo. Lo poco que he hecho con Base, ha sido con mucho esfuerzo y cabezonería. Es una aplicación que se ha quedado muy anticuada y que la comunidad de desarrolladores ha dejado de lado, al contrario de lo que han hecho con Writer y Calc, que no han parado de evolucionar.
Las bases de datos se utilizan muy poco en las oficinas. Han sido sustituidas por programas especiales (CRM, software de facturación, ERP, etc.). Y con la llegada del movimiento no-code, aplicaciones como Notion o Airtable han ocupado ese lugar que antes tenía Microsoft Access,cuyos desarrolladores no han sabido evolucionar al trabajo en remoto y a la nube.
Si por la mañana tengo que utilizar LibreOffice y por la tarde me basta con Google Docs, es lógico que cada vez uso menos Microsoft Office. Y es un paquete de software que me encanta, pero que tampoco considero imprescindible como lo era hace unos años.
