¿Vivimos una burbuja de apps?

¿Vivimos una burbuja de apps?

¿Vivimos una burbuja de apps? No hay semana, mejor dicho día, que no lea un artículo sobre una nueva aplicación tecnológica que acaba de salir al mercado, y que va a convertirse en el gran rival de otra “vieja tecnología” que lleva 3 o cuatro años disponible. 

Sigo webs y perfiles de Twitter de temática tecnológica. De hecho, el Discover de Google piensa que solo me interesan estos temas. Ya sabemos como es google a la hora de decidir lo que tienes que hacer o leer. 

La verdad es que me gusta estar al día sobre lo que pasa en el mundo apps. Y aunque no tengo tiempo material para probarlas y estudiarlas, que es algo que me encanta, sí caigo casi siempre en la lectura sobre  esa nueva maravilla que acaba de salir. Maravilla que, muchas veces, lleva pocos meses publicada y ya ha “levantado una ronda de financiación de   X  millones de dólares”.

Todo esto me genera dos preguntas:

  1. ¿Hay mercado para tanta aplicación?
  2. ¿Son viables económicamente?

Respondo. 

Saturación en el ecosistema de aplicaciones

Desde mi punto de vista, sí hay una saturación de aplicaciones. El tiempo y el mercado pondrá a muchas en su sitio. Algunas de estas nuevas aplicaciones hacen prácticamente lo mismo que otras que ya existen, solo se diferencian en pequeños matices. 

Hoy leo en Genbeta que Vowel es la nueva herramienta que quiere competir en productividad y funciones colaborativas con Slack o Teams

Hace días, estuve analizando Slack y me pareció una auténtica pasada. Incluso escribí un artículo sobre ella. Vowel aún no la he probado, pero caeré seguro en la tentación. Soy así de friki.

De momento, tras la lectura en Genbeta, la impresión que tengo es que es casi lo mismo que Slack, que es un calco con alguna pequeña diferencia, pero que casi todo lo que haces con una lo puedes hacer con la otra. 

¿Era necesaria esta aplicación?¿Arañará  una porción suficiente del mercado que ahora se disputa con Slack o Teams?

Y esta es solo un ejemplo, ya que en casi todas las categorías de aplicaciones pasa lo mismo: saturación de apps casi idénticas entre sí y con igual función (comunicar, organizar, vender, publicar…).

Entiendo que esa es la lógica del mercado: intentar solucionar el mismo problema pero mejor o más barato. Pero pienso que no hay mercado para tantas tecnológicas. Y que muchas caerán en el olvido tarde o temprano. Lo vimos con Second Life, que se adelantó unos años a los Facebook y demás, y que terminó sucumbiendo. Lo mismo podríamos decir de Tuenti

A las redes sociales les ocurre lo mismo. Terminan copiándose entre sí, hasta el punto que con todas puedes enviar mensajes, de texto, audio, vídeo… Resuelven la misma necesidad con formatos diferentes. 

No me creo que todas puedan ser viables

Es imposible que tantas aplicaciones consigan captar suficientes usuarios  como para ser rentables.

 Muchas de estas apps empiezan a gestarse en el cerebro de uno o varios  desarrolladores. Hacen un producto mínimo viable y consiguen atraer, con suerte, a algún fondo de inversión ávido de colocar su dinero en algo rentable.  

Aquí es donde reside el gran problema. Sin inversores, muchos de estos proyectos se quedarían en el disco duro, no saldrían a la luz. O serían una aplicación indi más que prueban un puñado de curiosos. Con tanto dinero barato en circulación, es más fácil atraer el interés de los inversores. 

En la maravillosa serie de HBO Silicon Valley se refleja muy bien lo que ocurre en el ámbito startup.  Los desarrolladores están centrados en su producto, que será el mejor del mercado, y en la búsqueda de los inversores que financien el proyecto. La rentabilidad económica está en un segundo plano. En un episodio, uno de los personajes llega a afirmar que lo importante son las rondas de financiación, no que el software funcione bien o ganar dinero. 

¿Vivimos una burbuja de apps? Rotundamente, sí. Asistimos a  la burbuja de las .com a principios de los dos mil, cuando una nueva empresa tecnológica como AOL podía absorber a un gigante como Time Warner, que era claramente superior en todas las magnitudes clásicas (activos, trabajadores, cifra de negocios, etc.). Ya sabemos cómo terminó aquella burbuja. 

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